Carrizo es uno de tantos futbolistas que no llegó. Pero claro: ¡es que su comparación es Maradona!.

Ezekiel Luka, director de “El otro Maradona”

Di Stéfano, Pelé, Cruyff o Maradona. Y ahora Messi. La eterna discusión sobre el mejor jugador de la historia es tan antigua como actual. Tan real como polémica. Tan difícil de darla por buena como recurrente en los mentideros. Además, a la dificultad que tiene comparar el fútbol de distintas épocas se une a que se argumenta de oídas, por lo que la decisión de quién es el mejor se antoja todavía más compleja. No obstante con dos de ellos si podemos hacerlo de forma más fundamentada ya que el fútbol contemporáneo nos ha permitido ver mucho a los dos últimos grandes jugadores que este maravilloso deporte nos ha mostrado: Diego Armando Maradona y Lionel Andrés Messi. Hoy, este Trinche no va a entrar en tan bizantina discusión. Hoy desde esta trinchera de olvidados, nos acuerdamos de sus sosias en los inicios: Goyo y Billy. Los otros.

Goyo y Diego. Foto La capital.

Argentina, finales de los 60. Un país tan rico en medios como pobre en libertades por las circunstancias políticas, ve como un grupo de niños genera una ilusión y alegría desmedida en los aficionados. Aquellos cebollitas se convierten en el equipo de todos tras, partido tras partido, llegar a la increíble cifra de 141 encuentros seguidos sin que nadie les tosa. Esos críos surgidos del potrero, bocanada de aire fresco en la marginalidad de Villa Fiorito, al sur de Buenos Aires, no tiene piedad para destrozar porterías donde destacaban especialmente el 10 y el 11. Dos puntas: Gregorio Carrizo, al que todos llaman Goyo, y un tal Diego Armando, al que apodan pelusa por su ensortijada cabellera. Dos niños que, a pesar de tener solo 9 años, eran ya viejos amigos. Dos chiquillos en esos momentos en la primigenia cantera de Argentinos Juniors, pero destinados para llevar al fútbol argentino al cielo. Dos jugadores que, en ese 1969 y sin llegar a la década de vida, eran objeto de apuestas. Carrizo y Maradona. Y las preguntas eran las mismas en Villa Fiorito ¿Quién es mejor? ¿Quién llegará mas lejos? ¿Jugarán juntos siempre, como se prometieron de niños?

Del tal pelusa no les voy a hablar. Tal vez su historia la conozcan.

La medicina deportiva es una de las cosas que más ha evolucionado en los últimas décadas, y lesiones que hoy día tienen largo periodo de recuperación (pero se curan) poco más que suponían el dejar incapaz a los futbolistas que las sufrían en ese tiempo. Así, jugando ya en el segundo equipo de Argentinos Juniors (Diego ya hacía diabluras en el primero), Goyo vio como su ligamento cruzado se destrozaba. A partir de ahí, y aunque volvió, ya nunca fue ese demonio que machacaba porterías, militando en equipos de segunda fila deportiva como el Deportivo Suck, Talleres de Mendoza o Independiente Rivadavia donde estuvo en su día nuestro Trinche, retirándose cuando ni siquiera tenía la treintena. La vida de Goyo no fue fácil, teniendo que sacar adelante tanto a su hijo Diego Armando Carrizo como a sus otros cinco, pasando por momentos depresivos donde incluso pensó en quitarse la vida. Sigue viviendo en Villa Fiorito con apreturas económicas, haciendo chapuzas y buscando talentos en el fútbol argentino. Goyo fue “El otro Maradona”

¿Qué el Barcelona se lleva a Messi? Bueno. El mejor se queda aquí. Mientras no se lleven también a Rodas no hay problemas

Frase adjudicada a Eduardo López. Presidente de Newell’s Old Boys

Billy nació un año antes que Messi, por lo que, aunque coincidieron en torneos, no jugaron tanto juntos en inferiores como Goyo y Diego. Pero si había un futbolista por el que apostar en las inferiores de Ñuls, ese era Gustavo Ariel “Billy” Rodas, jugador que, como Agüero o Maradona, marcó su primer gol en la primera argentina con 16 años. Fue uno de los cuatro tantos que se llevó Talleres de Córdoba el día que visitó la cancha de la lepra. También fue pieza importante del Sudamericano Sub-17 de 2003 que ganó Argentina.

Rodas no solo compartió vestuario con Messi sino también forma de jugar donde la rapidez, el regate y la conducción de balón eran las características principales. Hasta tenían una altura parecida. Sin embargo, Billy no solo fue rápido en su ascenso a la primera plantilla de Newell’s Old Boys sino también en otras facetas de la vida ya que el mismo año de su debut, su novia quedó embarazada y con 19 años nació su segundo hijo. Con escasos 20 años y una vida ya cargada de excesos, tras solo una treintena de partidos en 4 temporadas se marchó a un equipo de menor nivel como Tiro Federal. A partir de ahí, se ha convertido en un trotamundos que ha vestido doce camisetas de siete países distintos con desigual suerte: ha tenido momentos estupendos como, por ejemplo, cuando fue nombrado mejor jugador del campeonato peruano de 2010 en las filas del modesto León de Huanuco mezclados con otros mucho más complicados como puede ser su pase en el Wilstermann boliviano y ciertos comentarios en Facebook

Tras salir de Bolivia, en enero de 2017 fichó por Estudiantes de Río Cuarto, humilde equipo de su país, por lo que se pensaba que Rodas volvía a Argentina para acabar su carrera allí donde nació. Pero con Billy, nunca puedes decir hasta aquí y ha vuelto a dar la sorpresa ya que este marzo ha decidido comenzar una nueva exótica aventura al fichar por el Esperanza SportsClub que, a pesar de su latino nombre, es un club ¡de sexta división japonesa! Intentaremos seguir la carrera del otrora niño prodigio, ahora currante del fútbol y padre de familia estable. Quién sabe si alguna vez, jugará con su hijo Brian, que tiene ahora la edad con la que Billy hizo su primer gol con Newell’s

Foto @SportEsperanza

Este ha sido nuestro particular homenaje a los olvidados. Goyo y a Billy. Los otros

@EltrincheCarlov